El jugador uruguayo Mathías Corujo conduce el balón ante la marca del colombiano Edwin Cardona
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EFE

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Uruguay desnudó falencias de la Selección Colombia

Urge conseguir un líder que mande en la cancha. No solo de toque, toque se consiguen los triunfos.

Fácilmente desnudó Uruguay las falencias de la Selección Colombia.  La fortaleza de nuestro equipo fue suficiente apenas hasta los 30 minutos.  Si bien los uruguayos fueron dominadores en primeras de cambio, el equipo de Pékerman soportó los embates veloces de sus rivales en el primer cuarto de hora. Allí en ese momento se supo cual era la propuesta de cada quien. Los Charrúas con su característico juego de presión, de achique de espacio y con pelotazos para procurar el cabezazo donde son fuertes.

Colombia con su toque tradicional intentaba en cambio contrarrestar y amainar el ímpetu local. Pero hubo algo fundamental que mostraba las diferencias. Mientras Uruguay atacaba con fuerza y velocidad, Colombia carecía de un organizador que pudiera responder con pases largos a los  atacantes Gutiérrez y Bacca.  Sometidos a una fuerte presión y anticipando a los volantes  Guarín y Cardona, Uruguay aisló cualquier posibilidad de peligro para su arco.

Esas mismas falencias que poco a poco fueron expuestas, fueron las mismas que se palparon en el primer juego frente a Perú. Solo que en aquella ocasión, la condición de local nos daba un mejor panorama para profundizar.  Además porque los peruanos tratando quizás de no desgastarse tempranamente, no presionaron tan inclementemente como si los uruguayos.

Debilidad que todos los rivales ya conocen. Si Colombia es sometida a la presión en cada posición, las ideas claras se desvanecen. Porque sus jugadores como buenos poseedores del balón gustan de primero eludir uno o dos rivales antes de colocar preciso y a un solo toque.

El primer gol obedece sin duda a una enorme capacidad de remate de Godín, pero también a la falta de concentración de los defensores nuestros. El segundo y tercero, igual, al descuido en las líneas para impedir el paso cómodo de los charrúas.

Fue una salida en falso. Nadie en el país visionaba, creo yo, una derrota tan aplastante. Si bien la derrota forma parte del juego en el que también se gana y se empata, la manera en que se dio el resultado desdibujó por completo a una Colombia sin idea, sin coordinación en sus líneas y atontado en un pressing que no sabe resolver.

Pero sin duda en Colombia algo que no se ha podido conseguir es el liderato que debe ejercer alguien en la cancha. Yo no están los Yepes, ni los Iván Ramiro Córdoba de otros tiempos para mandar en la defensa; ya no están los Leonel ni ‘Chicho’ Serna haciendo respetar el medio, tampoco está la cabeza visible de un Pibe Valderrama con el don de mando que debe tener todo capitán. Y tampoco están un Faustino ni Valenciano a los que se miraban con temor y respeto.

Son otros tiempos, desde luego, pero en todo equipo es necesario e imprescindible contar por lo menos con un líder que lleve la voz de mando y que en el campo de juego se deje escuchar por propios y extraños, incluyendo al árbitro.

Tampoco es para despotricar a los cuatro vientos del técnico y jugadores. Eso apenas comienza y el camino es largo. Lo que sí debe quedar claro es que esas falencias desnudadas con gran tropel por Uruguay, debe ser superada rápidamente. La solvencia futbolística del toque y desmarque, de la posesión del balón y demás virtudes exquisitas de nuestro fútbol, debe y tiene que ser complementada con la fuerza y verraquera que no es característica de Colombia. Es ese plus, o aptitud que cada jugador en la cancha debe mostrar para hacerse respetar.  Dicho en vocablo popular, es “tener cojones” para que el rival entienda que también a la fuerza sabemos responder.   

No es hora de mostrarnos críticos complacientes con un triunfo frente a Perú o severos por la humillante derrota ante Uruguay. No oficiamos como los críticos aquellos que en canales de televisión o estaciones de radios nacionales piden ya la cabeza del técnico o la alineación de jugadores de sus preferencias. Con Pékerman y gran parte de estos mismos jugadores clasificamos y estuvimos con lujo en el Mundial de Brasil. Esperemos y confiemos en que las cargas se enderezarán en el camino y que en 2018 estemos otra vez en un campeonato universal, esta vez en el de Rusia. 

Lo que sí debemos tener en cuenta en estas eliminatorias es que además de sumar de local, estamos obligados a conseguir en tierra extraña los puntos que de visitante han logrado Chile, Paraguay, Ecuador y Uruguay. Frente a rivales como Bolivia, Venezuela, Perú y por qué no,  Argentina.

 

 

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